El orante que busca de corazón al Señor se siente invadido por una gran nostalgia. Ve cómo sus deseos frecuentemente quedan lejos de la meta. Porque aunque Dios está cerca de quien lo busca, no es algo que se pueda abarcar de golpe. Orar equivale, pues a desear. Es tanta la distancia que nos separa de Dios y tanta la cercanía con la que podemos vivir en el deseo de Él que en la oración todo está marcado por la nostalgia.ÍndiceExtracto del Índice: 1/ La senda inicial (Cuando cesan los ruidos, comienza la canción del corazón): Sólo sé amarle. ¿Se cruzarán mis ojos con tu mirada? La puerta abierta. Descendió a los infiernos. 2/ En el camino de la nostalgia (Se desatan las lenguas del Espíritu): Sal de tu tierra. Me has seducido, Señor. La nostalgia y el encuentro. Él le dijo: Ven. "Noli me tangere". 3/ Una experiencia inefable (Dios es cercanía en viva voz): Todo es sencillo y claro. Nunca dudes de su presencia.