Richard W. Sonnenfeldt escribió esta obra autobiográfica para que sus nietos conocieran la vida improbable y fantástica de un niño alemán que tuvo que huir de su país natal, en un periplo imprevisible e irreal que le llevó a múltiples destinos, hasta recalar en Estados Unidos y convertirse en el primer jefe de intérpretes del Tribunal Internacional Militar de Núremberg en 1945. Su relato es , diversas maneras de afrontar con imaginación y una actitud vital constructiva el derrumbe ético y social de la historia convulsa de Europa de los años 1930 y 1940. En ese mar de confusión, atroz e implacable, un joven Sonnenfeldt revela una impronta de dignidad y desfachatez frente la ignominia. Y, también, una sonrisa abrumadora que le acompaña en estas dificultades extremas. El relato de Sonnenfeldt muestra su lucha por una visión de humanidad gracias a que permiten comprobar que no constituyen una entelequia aquellas decisiones que cambian nuestra historia personal y nos acercan a la causa de la justicia y la dignidad humana. Su vida nos recuerda que la conquista, defensa y disfrute de los Derechos Humanos nos compete a todos, y esa es posiblemente una de las responsabilidades más importantes del ciudadano, quien con sus acciones y compromiso decide sobre su futuro y el entorno de humanidad, justicia y solidaridad que desea recrear.