Aparentemente irreductibles entre sí, las manifestaciones formales de la religión y de la pornografía resultan estar mucho más próximas de lo que suponemos habitualmente. Lo bello, lo atractivo, lo deseable, lo milagroso, el poder genésico, la carnalidad, la espiritualidad, el gozo o el dolor y el éxtasis que pueden provocar, son conceptos que se entrelazan alrededor del cuerpo (una superficie de inscripción) y la psique (un lenguaje libidinal). A partir de los cuerpos tatuados de los prisioneros rusos el autor recorre, con su habitual erudición y a la par sorprendente originalidad y buen humor, diversos casos y obras artísticas, hasta llegar a sospechar que el verdadero arte es incompatible, en última instancia, tanto con la genuina devoción religiosa como con la escópica urgencia pornográfica. El libro recoge los ensayos "Arte y religión: reparos a una componenda" y "Las risas de Pornos", reflexiones a contrapelo de las exposiciones "El pan de los ángeles" y "Las lágrimas de Eros".