La historia existe como confluencia de pequeñas historias particulares que generalmente no se concreta en los libros. Aprehendemos una memoria general que se ha nutrido de miles de memorias locales y familiares, algunas de las cuales se perderán y dejarán un vacío en piezas necesarias para la construcción del recuerdo colectivo. Hay historias, por lo tanto, que tardan mucho a ser escritas, pero después iluminan y guían a quienes las analizan. De aquí este ejercicio de intrahistoria que ha conducido a desvelar una producción poética oculta y olvidada por razones de diversa índole pero que, en síntesis, respondían a una sola: el miedo. Un miedo que ahora nos puede parecer anacrónico o exagerado, pero que persiste en los hijos y en las cónyuges de aquellos hombres que el 1939 y el 1940 mataban su tiempo y sus miedos escribiendo literatura en la Prisión Provincial de Castelló.