"Varias granadas silbaron en la calle y estallaron ruidosamente contra una casa. A los gritos de Iván, Iván, el pánico se apodero de los nuestros. Restallan los disparos, los hombres se desperdigan, varios se precipitan fuera de los tanques, porque el miedo de morir asado se pega a la piel de todo tripulante de los tanques. Una hilera de terribles T-34 se acerca ruidosamente, escupiendo fuego con todas sus armas. Los lanzallamas, alargan sus lenguas rojas hacia los granaderos blindados, pegados a las paredes, y los transforman en antorchas vivientes. La calle se ilumina con el purpúreo resplandor de los blindados en llamas, cuyos depósitos de gasolina y de municiones estallan ruidosamente. En un esfuerzo desesperado para huir, los vehículos chocan entre sí en medio de una espantosa confusión
gritos, blasfemias, una indescriptible baraúnda en la que ya no se sabe quién es amigo o enemigo. Unos tanques rusos chocan en medio de una lluvia de chispas y en un segundo se convirtieron en una antorcha. La tripulación de uno de ellos surge por una torreta, pero una ráfaga les alcanza y permanecen suspendidos, carbonizados sobre el acero al rojo vivo".