Sus conocimientos deben abarcar áreas tan diversas como la prevención de lesiones y primeros auxilios, o tener la capacidad de organizar una sesión de entrenamiento y recomendar los mejores ejercicios para cada usuario en base a sus necesidades. A parte de las competencias relacionadas con la práctica deportiva, un monitor deportivo debe mostrar además una serie de habilidades sociales que le permitan aconsejar y liderar a los usuarios, y establecer unas relaciones sociales adecuadas en el entorno compartiendo algunas decisiones y planes de entrenamiento. En ocasiones, el monitor deportivo se encontrará con la necesidad de analizar determinados comportamientos propios y relacionados con el grupo, obligándole a tomar medidas que favorezcan un clima positivo.