Jonathan Swift escribe esta sátira en 1729, una época en la que debido al desabastecimiento de productos de primera necesidad y las malas cosechas, la gente se moría literalmente de hambre. En este texto provocador, exquisitamente escrito y no exento de ironía, nos propone una solución razonable para acabar con la hambruna, elevar la renta del país y lo más importante asegurar el futuro de todos los súbditos del reino. Una humilde propuesta es, formalmente, una parodia satírica indispensable para entender la obra de Swift magistralmente ilustrada por Segei Furst.