La clásica división tripartita del poder ha dado lugar en la hipermodernidad a la distribución de funciones entre los órganos e instituciones que ejercen en distintos grados, dentro y fuera del Estado, el gobierno de gestión y el gobierno de control, cuyo equilibrio conforma la ecuación del poder contemporáneo. La desigualdad entre los términos de esta ecuación es la mayor amenaza que enfrentan hoy el sistema democrático y la ética republicana, en la medida en que la insuficiencia e ineficiencia del control público son campo fértil para la instalación y el crecimiento de la inseguridad jurídica. El presente ensayo ofrece una propuesta superadora de esta crisis, que necesita de la modernización del control público en todos sus aspectos: organizacional, institucional, sustancial, material, teológico y formal. Sólo así podrá restaurarse la proporción entre el poder de quienes gobiernan y el de quienes controlan, exigencia impostergable para la plena vigencia del Estado de Derecho.