Asomarse a las oscuras ventanas del alma y de la vida a través del vestigio de la escritura dejado en los folios de una carta o de un cuaderno, grabado encima de la propia piel o sobre los muros de cualquier centro de reclusión para recuperar la voz de los denominados como excluidos de la historia, es decir, de todas aquellas personas anónimas que por los más diversos motivos formaron parte de los márgenes de la sociedad en la que vivieron y que por ello fueron olvidados u ocultados, es el objetivo que pretende este libro. Esclavos, presos, criminales, «locos», huérfanos y adolescentes problemáticos estigmatizados por la naturaleza del delito cometido, cuando lo había; condenados por regímenes tiránicos recelosos de toda disidencia; o silenciados por la «anormalidad» de sus conductas, forman parte de un colectivo que ha sido castigado con la más absoluta indiferencia por la historiografía. Es por ello que, desde las múltiples perspectivas de análisis que ofrecen las escrituras personales y cotidianas (libres o inducidas) y las diferentes prácticas de lectura desarrolladas en los centros de internamiento desde las haciendas de esclavos, pasando por las cárceles, los reformatorios y hospicios o los campos de concentración, hasta los manicomios, estas páginas quieren ofrecer al lector la posibilidad de ponerse en contacto con vidas apasionantes, desconocidas y casi siempre fronterizas a partir de la relación que dichas personas mantuvieron con la escritura y los usos que hicieron de la misma en función de sus necesidades, así como incidir en la importancia del carácter testimonial que guardan algunas de estas escrituras, después de todo, páginas imprescindibles para construir una historia común.