En la apertura del mundo árabe moderno a su vecino europeo, el caso español se presenta con tantos atractivos como paradojas y peculiaridades. Desde el siglo XVII -para los marroquíes- y desde el XIX -para los orientales-, España va a ser el único país de entre todos los europeos, que permitirá a los árabes que lo visiten reflexionar conjuntamente sobre lo propio y sobre lo ajeno, sobre el pasado y sobre el presente. La nostalgia por un Andalus paradigmático e idealizado, sentimiento que, lejos de ser connatural a un pretendido espíritu árabe eterno, nació de razones históricas precisas, les condujo a mitificar esa parte de su pasado medieval que, así, se convirtió en uno de los elementos más destacados del pensamiento nacionalista árabe de la época. Por contra, la España real, la que ellos conocieron y recorrieron, quedó transformada en un salón de pasos perdidos, mera antesala obligada y necesaria a la visita andalusí, sin duda el afán primordial que empujó a todos los viajeros a conocer nuestro país. Bien fuera por comparación con el Andalus magnificado o por contraste con los vecinos europeos más desarrollados, España salió siempre perdiendo. Se iniciaba así una visión dicotómica entre lo árabe y lo español, sólo desmentida en parte por esporádicas pinceladas de sentimentalismo romántico, cuyo estudio resulta hoy más atractivo e interesante que nunca. Seremos, pues, testigos de un recorrido laberíntico -como se señala en el título de la obra- que ahora queda desvelado ante el lector español, y eso naturalmente sin escamotear sus aspectos más polémicos y discutibles.