«PERÓN era consciente de que se moría: “Esto se acabó”, le oyó decir la enfermera Norma Baylon, del Hospital Italiano. Ése era el hombre llamado Juan Perón. El personaje llamado Juan Perón vivía en la muerte desde hacía años. Tal vez desde el golpe de Estado que le devolvió al llano, en 1955. Sin duda, desde antes de su regreso a la Argentina, en 1973. Tal vez, desde mucho antes. Un hombre de poder empieza a morir en el instante en que alcanza su apogeo, y eso, a él, le había ocurrido el 17 de octubre de 1945. A partir de ese momento, el individuo se hace palabra. Propia y ajena, pero sobre todo ajena. Mientras se mantiene en la altura, son los enemigos quienes construyen su nuevo rostro. Tras la caída, la invención es obra de sus devotos, cada uno de los cuales lo reclama y lo define a imagen y semejanza de su deseo, y le atribuye sus propios pensamientos. El gran hombre, el protagonista, resume su época en la medida en que le son dadas todas las ideas y todas las acciones trascendentales de su tiempo. Es de izquierda y de derecha, liberal y represor, moralista y corrupto, marido de todas las esposas y mujer de todos los maridos, y casto, generoso y codicioso, ladrón y puntillosamente honrado, valeroso como nadie e infinitamente cobarde». Hay personajes que levantan pasiones encontradas como es el caso de Perón. Una circunstancia que hace difícil realizar una biografía sobre los mismos que no levante críticas de tirios o troyanos. HORACIO VÁZQUEZ-RIAL ha realizado una biografía de Perón, desmitificadora, pero al mismo tiempo imparcial y esclarecedora. Una biografía que no va a gustar a los seguidores apasionados del personaje, pero tampoco a sus detractores por la intencionada objetividad del autor. Una magnífica biografía, en suma.