El conocimiento de la naturaleza no puede afrontarse desde el borde de la carretera. Es necesario recorrer su sinuosa orografía, dejarse envolver por sus brisas, perderse en su boscoso ropaje o, llegado el caso, poder sentir el pulso de sus aguas que, se atenúa, según se alejan de su corazón serrano. Sólo así tendremos la oportunidad de disfrutar, conservar y comprender el delicado equilibrio que existe en sus ecosistemas. Quienes lean este libro, sin duda, tendrán la oportunidad de adentrarse en alguno de los más bellos espacios de la Sierra Norte de Madrid.