Primavera de 2003. Mientras el gobierno de Navarra decide desalojar los pueblos que quedarán bajo las aguas del pantano de Itoiz, un anciano ingresado en una residencia de Pamplona busca ayuda con angustia: hay un cadáver que es necesario recuperar antes de que las aguas aneguen el terreno. Será Imanol Arellano, un periodista apasionado de viejas historias el encargado de narrarnos en primera persona todo lo que acontece en torno a esa búsqueda. Cavando el agua (Premio Euskadi de Plata 2008) es una novela donde vencedores y vencidos conviven bajo una arrogancia que planea a lo largo de toda la narración. Es una novela de suspense porque hay una víctima de la posguerra que hay que rescatar antes de que la sepulten las aguas. Es un novela de amor porque es imposible imaginar a los personajes sin que busquen al otro. Pero es sobre todo una novela que se pregunta que hay entre la memoria y el olvido, una novela que plantea una lectura del pasado sin dejar de proponer la del presente. En esta novela el argumento no es en absoluto un secreto que el libro esconde y que el lector debe resolver; la narración no se agota con el suspense. Beñat Sarasola, Berria Aranbarri ha construido una interesante intriga, y como corresponde a un escritor experimentado, ha sabido narrarla con acierto. Por otra parte, su estilo es rico y brillante, sin llegar al barroquismo que pueda cansar al lector. Javier Rojo, El Correo. Será el lector quien complete lo que muchas veces se nos sugiere, o simplemente, se nos oculta. Aritz Galarraga, Gara El uso comedido de la elipsis, lo riguroso del léxico, la disposición milimétrica de la frase caracterizan la prosa de Iñigo Aranbarri. Iban Zaldua, Volgako batelariak