Solo una extraña sensibilidad es capaz de explorar los recovecos del mal en su genuino esplendor y liberar el lado menos saludable de nuestras conciencias, de sobrecoger el ánimo, en suma, con el arte de una truculencia estilizada que oscila entre la tragedia fatalista y la ironía sutil. Esteticista, obsesivo y apasionado, Bernie Wrightson ha recreado las más variadas facetas del terror con guiones propios o de espíritus afines. Concibe sus imágenes como un espectáculo irreal, deseando que los espectadores puedan participar de lo que ven y reaccionar a distintos niveles ante la experiencia. Por ello afirmó en una ocasión: Intento provocar otra respuesta que no sea el miedo: quizás justo lo contrario o quizás algo que lo complemente, aunque sean sentimientos opuestos. Y todo ello visto con la precaución de quien mira a su obra y escribe: A veces pienso que, con los temas que trato el horror, la muerte y lo macabro estoy trasladando al papel cosas que sería mejor abandonar a la imaginación o incluso dejar de pensar en ellas.