El Montsacro es producto del devenir de las eras geológicas, pero también del devenir histórico que, al igual que aquéllas, ha ido depositando capa sobre capa los afanes y sentires de las gentes que aquí vivieron, para elevar, sobre las agrestes rocas, el testimonio de quienes las pisaron. Desde aquel momento, perdido en las brumas del tiempo, en que los primeros humanos miraron con reverente temor hacia el monte cubierto de nubes en que bramaba el rayo de la tormenta, todos cuantos vinieron tras ellos no hicieron sino competir por agrandar el sentido sagrado, superior trascendente, que creían intuir en estas rocas.