Cuando las cosas se tuercen en el matrimonio, el hombre es capaz de las mayores cobardías. Empezando por la primera y peor de todas: cerrar los ojos y esperar a que pase la tormenta... o a que se produzca la inevitable ruptura. En un mundo en el que, según las estadísticas, los divorcios se producen en un 85 % por decisión de la mujer, ¿qué papel le corresponde interpretar al hombre en este drama, a menudo, tan cómico? ¿El de invidente?