Le denominaron en determinados ámbitos republicanos «el general (o el coronel) cristiano». Murió ante un piquete de ejecución en 1940 en los fosos del castillo de Montjuïc. De Antonio Escobar Huerta, han afirmado algunos que, de haber estado en el otro bando de la guerra civil española con sus mismos principios y repetido vivencias y actitudes, hubiera sido promovido a los altares.