La búsqueda del espacio interior, en el que se puede tener experiencia de Dios, es una de las imágenes centrales de la mística cristiana. Anselm Grün narra la historia de esta búsqueda religiosa que, desde los orígenes hasta hoy, trata de dar respuesta a los interrogantes fundamentales del ser humano. En la oración, en la meditación y en la liturgia, pero también en la naturaleza o en el arte, en la vivencia positiva del amor y del eros, así como en la experiencia de la noche oscura y del dolor, pueden llegar a ser posibles esos toques de la gracia en los que Dios se hace vivencia. «La mística no es un camino reservado a algunas personas particularmente dotadas en el plano religioso, sino una vía que la fe cristiana nos ofrece para que, en todo cuanto hacemos y vivimos, nos sepamos sostenidos por Dios, nos sintamos una sola cosa con Dios y, a partir de esta unidad con Dios, entremos con una nueva actitud en ese mundo, con el fin de remodelarlo» (Anselm Grün).