Luna cree que mudarse de casa da mucho trabajo, y vaciar las cajas, más todavía. Cuando Karlo propone que Luna decore su casa del árbol y él haga lo mismo con la habitación de la niña, ella enseguida está de acuerdo. Pero cada uno de ellos tiene su propia idea de lo que es una habitación confortable. Y no solo eso: al sacar la manta preferida de Karlo de la lavadora, Luna se da cuenta de que ha encogido y tiene la medida de un pañuelo. El pequeño oso gato se pone a llorar. ¿PODRÁ PERDONÁRSELO A SU AMIGA?
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