Provocador, persuasivo y de intachable erudición, este libro pionero del renombrado teólogo y bioquímico Arthur Peacocke logra reconciliar los enfrentados mundos de la ciencia y la religión. Aplicando las reglas del pensamiento científico a cuestiones teológicas, Peacocke sostiene que el principio divino opera detrás de todos los aspectos de la existencia, ya sean espirituales o físicos. En esta obra de rigurosa argumentación y notable amenidad, que podría señalar «el final de nuestra exploración», se abordan frontalmente, al hilo de un cuidadoso estudio, problemas tan fundamentales como la componibilidad de evolución y creación o la relación existente entre Newton, la causalidad y la acción divina. Abogando por una nueva y optimista teología para el mundo feliz en que vivimos (our brave new world: referencia a la famosa y casi homónima novela de Aldous Huxley), Arthur Peacocke abre perspectivas inéditas en lo que atañe a la búsqueda de la ciencia, pero también a la de la teología; y lo hace de una manera que incitará a los lectores a reexaminar su propia interioridad, así como el mundo que los rodea e incluso lo que hay más allá. ARTHUR PEACOCKE (1924-2006) publicó más de doscientos artículos y doce libros (más una obra póstuma, editada por Philip Clayton: All That Is A Naturalistic Faith for the Twenty-First Century), entre los que destaca el éxito de ventas Theology for a Scientific Age, galardonado por la Templeton Foundation en 1995. Esta misma institución le concedió en 2001 el prestigioso Templeton Prize for Progress in Religion por el conjunto de su obra. Tras veinticinco años de dedicación profesional al campo de la bioquímica, Peacocke, ordenado sacerdote de la Iglesia de Inglaterra, comenzó en 1973 a enseñar teología en el Clare College de Cambrigde. En 1985 se trasladó a la Universidad de Oxford, donde dirigió en diversos periodos el Ian Ramsey Center for the Study of Science and Theology.