El espíritu de comodidad induce a algunos a una medianía de vida que justifican ilusoriamente insistiendo en la necesidad de una discreción que consiste en evitar todo extremo reprobable. Suele sugerir este espíritu, con falsa discreción, que la virtud fundamental es la caridad (lo cual es cierto) y habita en el interior del corazón (también cierto).
Pero con esta justificación ceden a la comodidad, eliminan y desprecian los actos generosos exteriores que expresan los interiores. Y acaban por mantenerse en la mediocridad. Este espíritu lleva a omitir la purificación radical del corazón.