«Cuando en ti el amor por Cristo no es tan fuerte como para hacerte, por el gozo en Él, impasible a todas las aflicciones, has de saber que en ti el mundo vive más que Cristo.
Cuando la enfermedad, las necesidades, el tormento del cuerpo o el miedo que brota de sus penalidades, turban tu pensamiento, alejándolo del gozo de tu esperanza y de la clara meditación de nuestro Señor, has de saber que lo que en ti vive es el cuerpo y no Cristo.
Lo que vive en ti es aquello cuyo amor tiene sobre ti un poder más grande».