– En esta vida un hijo de Dios debe sufrir.
– Pensar mal de alguien no mejora la situación. Pensar mal de uno mismo tampoco. Nunca pienses mal.
– No es alguien que te interrumpe; es una oportunidad de servir.
– Trata bien a tu cuerpo: contrólate en la comida y en la bebida. Trata bien a tu cuerpo: quítate comodidades.
– Respeta la dignidad de tu cuerpo: no te uses como un objeto para obtener placeres. Respeta la dignidad de su cuerpo: no lo uses como un objeto para obtener placeres. No lo veas así.
– ¿No entiendes ese sufrimiento?: No hace falta comprender. Sólo acéptalo y no añadas preocupaciones al dolor.
– Si no distingues una bombilla de un enchufe, no seas electricista. Si no sabes los mandamientos, no seas inventor de religiones.
– Héctor y su padre veían la televisión. Salieron en la pantalla unas actrices famosas, y el joven alabó en voz alta su belleza. La respuesta de su padre le gustó mucho: «No te engañes. Sólo son niñatas, nenas monas. Para mujer-mujer: tu madre».
– Nuestras acciones nos hacen mejores o peores: quien trabaja se hace trabajador, quien roba se hace ladrón.
– ¿Eso está mal?, pues no lo hagas.
– O somos dioses o somos criaturas.
– La primera actitud de una criatura debe ser adorar y alabar al Creador, darle culto.
– Tener razón es poco importante.
– Ni el dinero ni el sexo dan la felicidad. A menudo la quitan.
– Una joven de costumbres y vestimenta ligeras no es una mujer ideal o ejemplar, sino otro tipo de mujer.
– Los hijos no son una plaga maligna de la que hay que librarse a toda costa.
– La misma caridad exige unas veces intervenir y otras dejar en paz.
– Nadie se arrepiente de traer un hijo al mundo. Es una decisión siempre acertada.