Cuento del perdón
El tema del día era resentimiento y el maestro nos había pedido que lleváramos patatas y una bolsa de plástico. Ya en clase elegimos una patata por cada persona que guardábamos resentimiento escribimos su nombre en ella y la pusimos dentro de la bolsa. Como te puedes imaginar algunas bolsas eran realmente pesadas. El ejercicio consistía en que durante una semana lleváramos con nosotros a todos lados esa bolsa de patatas.
Naturalmente la condición de las patatas se iba deteriorando con el tiempo. La molestia de llevar a cuestas esa bolsa en todo momento me mostró claramente el peso espiritual que cargaba a diario y como mientras ponía mi atención en ella para no olvidarla en ningún lado desatendía cosas que eran mas importantes para mí.
Todos tenemos papatas pudriéndose en nuestra mochila.
Este ejercicio fue una gran metáfora del precio que pagaba a diario por mantenerme en el dolor, los enfados y la negatividad.
Me di cuenta que cuando hacia importantes los temas incompletos o las promesas no cumplidas me llenaba de resentimiento, aumentaba mi stress, no dormía bien y mi atención se dispersaba. Perdonar y dejarlas ir me llenó de paz y calma alimentando mi espíritu de poder personal.
La falta de perdón es como un veneno que tomamos a diario a gotas pero que finalmente nos termina envenenando. Muchas veces pensamos que el perdón es un regalo para el otro sin darnos cuenta que los únicos beneficiados somos nosotros mismos.
«La felicidad yace en la habilidad de perdonar el pasado y disfrutar el presente. Cuando la puerta de la felicidad se cierra, otra se abre…pero a menudo nosotros nos quedamos mirando tanto tiempo la puerta cerrada que no vemos la que ya se ha abierto para nosotros.» Helen Séller
El perdón es una expresión de amor. No significa que estés de acuerdo con lo que pasó, ni que lo apruebes, ni que lo vas a olvidar. Perdonar no significa dejar de darle importancia a lo que sucedió, ni darle la razón a alguien que te lastimó. Simplemente significa dejar de lado aquellos pensamientos negativos que aparecen acerca de alguien o algo que nos causó dolor.
Dejando las cosas como están y continuando tu vida «No es necesario que sepas cómo perdonar Sólo alcanza con estar dispuesto a hacerlo De todo lo demás se ocupará el Universo» Louise L Hay.
El perdón se basa en la aceptación de lo que pasó. La falta de perdón te ata a las personas desde la bronca. Te tiene encadenado. La falta de perdón es lejos el veneno más destructivo para el espíritu ya que neutraliza los recursos emocionales que tienes «Perdonar es un proceso. Perdonamos poco a poco, mientras seguimos adelante con nuestras vidas. A cada paso que avanzamos en el camino del perdón, nos sentimos más libres». Mary Manin Morrissey.
El perdón es una declaración que puedes y debes renovar a diario. Muchas veces la persona más importante a la que tienes que perdonar es a ti mismo por todas las cosas que no fueron de la manera pensabas LA DECLARACIÓN DEL PERDÓN ES LA CLAVE PARA LIBERARTE. «Aliviana tu carga y estarás más libre de moverte hacia tus objetivos» Puedes hacer que este día cuente para ti.
Hay en el perdón una fuerza espiritual liberadora que genera en lo más hondo de nuestro ser una inexplicable sensación de paz interior, de agradable sensación de libertad que hace renacer en nosotros las ganas de amar y de reiniciar la vida.
Con el sentimiento de venganza ocurre todo lo contrario: nos sentimos esclavos de una angustia extraña que nos devora y aprisiona nuestro ánimo, sumiéndonos en una agonía atroz que nos ciega y nos impide ver cuán equivocados estamos. Y es que ser vengativo es ser suicida, pues morimos en cada ráfaga de odio que emana de esa fuerza negativa que volcaniza nuestro interior.
Es, el sentimiento de venganza, como una termita que, sin darte cuenta, te corroe dentro, muy profundamente sin que podamos advertirlo. De aquí que cada acto de venganza sea una batalla perdida en el plano espiritual. La venganza clama por sangre, el perdón no; la venganza es camino hacia la sombra, hacia la confusión; el perdón es camino hacia la luz y el entendimiento.
Aquel que vive alimentando el sentimiento de venganza muere lentamente y en torno a él lo trágico exhibe su feo rostro. El que perdona está mucho más cerca de la felicidad que el vengativo y casi siempre le rodea la paz y el amor. Es, la venganza, un peligroso laberinto donde todo es oscuro; el perdón, en cambio, nos conduce por un sendero iluminado en el que podemos alcanzar a ver el horizonte azul de la vida.
El vengativo, dispuesto al desquite, a causar daño a quien le ha ofendido, tiene atormentada el alma y sufre. Olvida –o desconoce- él lo que sabiamente dijo François de La Rochefoucauld: «Vengarse de una ofensa es ponerse al nivel de los enemigos; perdonársela es hacerse superior a ellos». Y en esta misma línea de pensamiento del célebre escritor francés, encontramos en la Biblia el siguiente consejo: «No devuelvan mal por mal» (Romanos, 12:17).
Pocas cosas pueden causar más placer que el perdonar; pocas acciones del hombre pueden producir mayores energías positivas que la acción de perdonar. Decir «te perdono» –dos palabras, nueve letras– puede transformar dos vidas o más…hasta pueblos enteros. Escoger un día –una mañana o una noche quizá– y reflexionar a partir de eso que sentimos contra alguien –una amiga, un vecino, un hermano, un compañero de trabajo– puede constituir un buen comienzo para ejercitarnos en el perdón como fuerza espiritual liberadora.
Amanecer con un perdón en los labios para armonizar es una hermosa y positiva manera de iniciar un nuevo día, que podría ser –según la dimensión de lo perdonado– el inicio de una nueva vida.
Autor: Miguel Collado. Miguel Collado es un articulista de la República Dominicana que escribe una columna titulada «Una reflexión».