Los libros pueden hacer mucho daño; un tesoro puede en ocasiones ser una bomba de relojería. Por ello conviene saber:
1. Que no todos los libros que me apetecen o interesan, me convienen.
2. Que hay personas con criterio recto que me pueden aconsejar si un libro me ayudará o perjudicará.
3. Que si un libro me hace daño debo dejarlo. No estoy obligado a leerlo a la fuerza.
4. Que, de acuerdo con un estudio de la Universidad Complutense de Madrid, leemos en toda nuestra vida unos 80 libros: vamos a intentar escoger los mejores y no los primeros que caigan en nuestras manos.
Esto se extiende también a programas de la tele, música ideológica, internet… nuestra alma vale más que todo eso.
Sigue la historia real…
El político soviético Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, (Gori, Georgia, 1879-Moscú, 1953), más conocido como Stalin, era hijo de un humilde zapatero. En 1894, cuando tenía quince años, ingresó en el seminario teológico de Tbilisi, pero su adhesión a la ideología marxista motivó su expulsión del seminario en 1899.
Otros dicen que además fue descubierto leyendo libros prohibidos en el seminario, posiblemente de política.