Avistada por primera vez hace más de 500 años por Giovanni da Verrazano, pronto se convirtió en el puerto que toda Europa quería conseguir. Primero fueron los holandeses, en 1621, que llamaron Nueva Amsterdam a este territorio, pero en 1664 pasó a manos de los ingleses, que lo rebautizaron como Nueva York, nombre que se mantuvo incluso después de que éstos perdieran la colonia tras la guerra de la independencia en 1783.
En el siglo XIX, Nueva York creció rápidamente, convirtiéndose en importante ciudad portuaria. La facilidad de navegación impulsó la industria y el comercio, dando lugar a grandes fortunas. En 1898, Manhattan se unió a otros cuatro distritos para formar la entonces segunda ciudad más grande del mundo.
La ciudad siguió creciendo con los miles de inmigrantes que llegaban en busca de mejores condiciones de vida y este mestizaje cultural la ha enriquecido, constituyendo su mayor rasgo definitorio y donde se hablan 80 lenguas. Así, Nueva York se ha convertido en la meca de la cultura y el ocio de Norteamérica.