¿Por qué fue el rey antiprotestante? Breve explicación encontrada en el libro Historia de España contada con sencillez (José María Pemán).
Trento
Cuando el rey Felipe supo la noticia, no se le cambió la cara. Tampoco se le cambió cuando le comunicaron la victoria de Lepanto. Estaba sobre los vaivenes del mundo. Él había mandado hacer El Escorial que es, al mismo tiempo, un monumento de victoria y poder, y un sepulcro abierto. El que tiene la idea de la muerte tan cerca de la idea de la Gloria, está preparado para todo.
Comprendía que su obra no podía ir más allá. Bastante había logrado. Iba a morir sin haber cedido un palmo de terreno a su enemigo. Pero el desastre de la escuadra decía muchas cosas. El poder de España se quebraba. Un nuevo poder, más práctico, más de la Tierra, se levantaba. Venía la hora de los piratas sobre los misioneros; del oro sobre el catecismo.
Pero por lo menos antes de morir tenía Felipe el consuelo de ver terminado el Concilio de Trento, donde triunfaba la idea de su padre el emperador, el afán español: la «reforma» dentro de la fe. Parece que él había estado sosteniendo al enemigo protestante, mientras la Iglesia se decidía a darle la verdadera batalla en el terreno religioso que eso era su propia reforma y purificación. Ya podía morir tranquilo el rey antiprotestante.