UNIDAD DE VIDA y 8º Mandamiento de la Ley de Dios
Llevar una doble vida es más fácil gracias al WhatsApp (o similar) y al móvil. Los mentirosos usan el WhatsApp para encarnar personalidades ficticias y los mensajes para ocultar la verdad, e incluso su paradero. Hecho que no deja de ser inmoral. Aparte, ya son muchos los que se escudan en el móvil para decir cosas que jamás dirían cara a cara.
El teléfono celular, la herramienta favorita de los mentirosos
Pinocho se hubiera sentido más cómodo si hubiera tenido un teléfono móvil: los celulares se han convertido en la herramienta favorita de los mentirosos, e incluso ya hay varios clubes creados a este efecto.
La inmensa mayoría de los usuarios emplea sus celulares para fines nobles, como mantener contacto con amigos, familiares, otros empleados o jefes.
Pero estos teléfonos ya comienzan a usarse para algo bien diferente, e incluso podría decirse que opuesto: ayudar a los usuarios a ocultar su verdadero paradero sin despertar sospechas.
Para este fin existen lugares como el «club de las excusas y coartadas», una página web con cientos de «chats» para móviles dedicados a todo tipo de asuntos.
Este grupo de mentirosos cuenta con 3,400 usuarios dispuestos a facilitar a quien envíe un mensaje pidiendo ayuda la coartada necesaria para dar el esquinazo al jefe o despistar al novio.
Por supuesto que mentir no es nada nuevo, pero las nuevas tecnologías y sobre todo internet juegan a favor de los embusteros por su naturaleza como lugar anónimo y donde es fácil encontrar colaboradores que desaparecen tan rápidamente como aparecieron.
El funcionamiento de estos clubes es el siguiente: la persona necesitada de ayuda para, digamos, librarse de un pretendiente demasiado pegajoso, enviar un texto a los otros miembros en busca de colaboración.
Cuando aparece un voluntario, ambas partes se ponen de acuerdo para fabricar el embuste. El voluntario llama entonces a la «víctima» con la excusa previamente acordada, en lo que podría calificarse de versión moderna de los falsos justificantes médicos para faltar a clase.
Este no es, claro, el único problema asociado al uso del móvil.
El celular también potencia la impuntualidad -siempre es posible llamar advirtiendo de que se llegará tarde por cualquier motivo, aunque sea falso- y los comportamientos groseros, como cuando se chilla al aparato sin importar que, por ejemplo, todo el restaurante sea testigo de la conversación.
Pero estas son naderías al lado de las patrañas, que ya han comenzado incluso a comercializarse.
Una compañía llamada Kargo (www.kargo.com) planea comenzar a vender este verano por tres dólares la unidad sonidos prefabricados, entre los que se incluirá una tos fuerte que simula un catarro.
Así, algunos teléfonos móviles pronto podrán equiparse para que reproduzcan a gusto del consumidor el sonido de ambulancias y bocinas de automóviles -para simular que se está en medio de un atasco- o incluso el torno del dentista.
Las grabaciones de fondo mientras se conversa falsifican de manera muy efectiva el paradero de la persona que llama.
«Te permite más control, no es necesariamente malicioso», dijo al diario «The New York Times» Harry Kargman, director de la compañía.
Malicioso o no, lo cierto es que los expertos indican que, a medida que avanzan la tecnología que permiten llevar a cabo estas artimañanas, también lo hacen las opuestas, las que «persiguen» al usuario: desde el dispositivo para conocer el número entrante cuando se recibe una llamada hasta los Sistemas de Posicionamiento Global (GPS por sus siglas en inglés).
Es la paradoja de la tecnología: los artículos diseñados para permitir mayor contacto entre las personas también terminan por aislarnos.
Por otra parte, el uso de los mensajes de texto -el método preferido por los embusteros- también puede dar lugar a complicaciones inesperadas, ya que puede suceder que el «voluntario» no sea todo lo fiable que debiera.
Lo cual, claro, no es de extrañar. Ya lo decían los hermanos Marx: no quiero formar parte de un club que me admita como socio.