Amor a la libertad
Algunos piensan que la “libertad” es un logro de las ideologías llamadas “progresistas”, y creen que los que tienen una fe profunda y vivida mirarán con recelo esta condición humana.
Otros, no saben distinguir “libertad” de “libertinaje”, de abuso de la libertad, de mal uso de ella. Pero sí es verdad que sin libertad no habría pecado, más cierto aún es que sin libertad no habría amor: el amor no se puede forzar contra el libre albedrío, sería falso.
La libertad es el poder, radicado en la razón y en la voluntad, de obrar o de no obrar, de hacer esto o aquello, de ejecutar así por sí mismo acciones deliberadas. Por el libre arbitrio cada uno dispone de sí mismo (Catecismo de la Iglesia Católica 1731).
Hay muchos ejemplos de personas que han usado bien la libertad e incluso han muerto por ella, es el caso de los mártires a los que se les dió la opción de elegir entre la fe o no, aceptaron la fe y por ello perdieron la vida.
La libertad es en el hombre una fuerza de crecimiento y de maduración en la verdad y la bondad. La libertad alcanza su perfección cuando está ordenada a Dios, nuestra bienaventuranza (Catecismo de la Iglesia Católica 1731).