Hoy estaba observando desde la ventana del despacho cómo daban clase de educación física y algo me llamó la atención. El profesor de educación física permite a los chicos poner canciones durante la clase, no sé si es buen idea pero a ellos le gusta hacer deporte con sus canciones (la mayoría son reggaetón).
Lo que me ha llamado la atención es que un alumno ha ido a poner una canción y cuando estaba llegando una alumna le ha parado, desde mi ventana no he podido escuchar qué le decía, pero él se ha quedado con cara de alucinado.
En el descanso he ido a ver al alumno y le he preguntado qué le dijo su compañera en la clase de educación física, me dice que ella había puesto varias canciones y que no le llevase la contraria, que eso es ser un machista.
Me he quedado impresionado y reflexionando sobre qué les estamos transmitiendo a los alumnos.
(Enviado por José Antonio)
Dejamos una reflexión que ya hemos utilizado alguna vez en Anecdonet…
La paridad real no se impone por ley
Una de las indiscutibles conquistas de las sociedades desarrolladas ha sido la de la igualdad de oportunidades para el hombre y para la mujer.
Resulta paradójico que la sensibilidad social de las políticas de algunos gobiernos haya que llevarla a la práctica por medio de la ley, descuidando otros procesos básicos como son la educación y la propuesta de valores.
Lo que no tenemos claro es qué significa la paridad en el conjunto de las políticas sociales en ciertos gobiernos. Si por paridad entendemos la eliminación de trabas legales, administrativas, sociales y culturales que impidan a las mujeres el ejercicio pleno de sus capacidades profesionales, bienvenida sea.
La igual dignidad del hombre y de la mujer es una de las bases fundamentales para el progreso de la persona y de las sociedades. Pero si con el argumento de la paridad se esconde la imposición legal de una ideología de género, debemos encender las luces de alarma. Además, con esta imposición arbitraria de la paridad, que puede llevar a lo grotesco, no encontrarán respuesta los problemas de la mujer en el mundo profesional y familiar.
La conciliación entre vida familiar y vida laboral, o el desarrollo de nuevas formas de trabajo que tengan presente el genio femenino, serían esfuerzos más fecundos que esta norma de inequívoco sabor ideológico