EL CAMARERO, EL BROMISTA Y LAS DOCE MONEDAS
En una cafetería, hace ya un tiempo, un camarero temía la llegada de cierto cliente
impertinente y bromista, siempre con la misma «gracia».
– Buenos días. Ponme un café con leche.
– Sí señor.
– ¿Qué te debo?
– Un euro veinte, señor.
El cliente llevaba preparado dinero suelto en monedas: doce monedas exactamente de 10 cts;
y pagaba lanzándolas de una en una a lo largo de toda la barra de la cafetería, lo que
obligaba al pobre camarero a recogerlas con paciencia.
– Una, dos, tres, cuatro… -contaba el cliente mientras esparcía las monedas-.
– Buenos días. Ponme un café con leche.
– Sí señor.
– ¿Qué te debo?
– Un euro veinte, señor.
En ese momento el camarero ve, no sin asombro, que el cliente deposita sobre la barra
una moneda de 2 euros y otra de veinte céntimos, para facilitar el cambio. ¡
Ésta es la mía! -pensó el camarero-. Recogió las monedas y le dio el cambio de doce monedas de diez céntimos, de este modo:
– Unaaaaaa, dooooosss, treeeesss… -al tiempo que las esparcía por toda la barra, tal y como siempre hiciera el cliente-.Con sonrisilla maliciosa, una vez terminado el esparcimiento de monedas por parte del camarero, el cliente dijo:- Por favor camarero, ponme otro café con leche.
Esta historia muestra que hay que meditar y razonar antes de tomar decisiones para no tener que arrepentirnos después.