Poema de Samuel Ullman, que el general MacArthur hizo inscribir en los periódicos murales de su cuartel general
La Juventud no es un período de la vida, es un estado del espíritu, no es una cuestión de mejillas sonrosadas, labios rojos o rodillas ágiles; es una cuestión de la voluntad, una cualidad de la imaginación, una intensidad emotiva, es el frescor de las fuentes más profundas de la vida.
La juventud es una victoria de la audacia sobre la timidez, del afán de aventura sobre el gusto por la comodidad. (Sigue)
Existe más a menudo en el hombre de sesenta que en el muchacho de veinte.
No se envejece por cumplir años.
Se envejece únicamente cuando se abandona el propio ideal.
Los años arrugan la piel, pero abandonar el entusiasmo arruga el espíritu.
Las preocupaciones, la pérdida de la autoconfianza, el temor y la desesperación…
Éstos son los enemigos que hacen doblar la cabeza hacia la tierra y llevan el espíritu hacia el polvo.
Ser joven es conservar a los sesenta o setenta años un corazón valiente y el deseo de sorprenderse…
El maravilloso extasiamiento por las estrellas y por las cosas estrelladas…
El valor ante los desafíos…
La afición a las cosas y a meditarlas,
la intrepidez ante los acontecimientos,
el deseo del niño hacia todo lo nuevo,
la alegría por el juego de vivir.
Eres tan joven como lo es tu propia confianza,
tan viejo como tus dudas,
tan. joven como la confianza en ti mismo,
y tan viejo como tus temores;
tan joven como tu esperanza,
tan viejo como tu desesperanza.
Seguirás siendo joven mientras tu corazón sea capaz de interpretar los mensajes de belleza, de valor, de entusiasmo, de grandeza y de fuerzas que te envían la tierra, los hombres o el infinito…
Cuando las fibras de tu corazón estén rotas y su fondo esté cubierto por las nieves del pesimismo o heladas por el cinismo, entonces… serás viejo,
y que Dios tenga piedad de tu alma.