Juegos Olímpicos de Atlanta, 1996.

El estadounidense Allen Johnson vuela sobre el tartán, haciéndose con la medalla de oro en la prueba de 110 metros vallas con un tiempo de 12 segundos y 92 centésimas.

Todo el país lo celebra después de que cuatro años antes el canadiense Mark Mackoy terminara con la hegemonía de Estados Unidos en una prueba que siempre había dominado.

En esos momentos, un niño de 11 años de Illionios está encandilado frente a la televisión de su casa. Lo que acaba de ver es espectacular. Está conmocionado. Tanto, que desde aquel preciso instante decide que de mayor será como su nuevo ídolo, que de mayor va a ganar un oro olímpico en los 110 metros vallas, que de mayor va a ser como Allen Johnson.Sorprendentemente, desde aquellos Juegos, Estados Unidos es incapaz de repetir triunfo. Ni en Sidney 2000 (Anier García) ni en Atenas 2004 (Xiang Liu) ni en Pekín 2008 (Dyron Robles) ningún norteamericano logra imponerse en la prueba de 110 metros vallas.

Mientras, aquel niño va creciendo, entrenando cada vez con más ahínco, y dándose a conocer en las carreras universitarias del país. En 2004 se proclama campeón del mundo Junior. Pero todavía queda mucho para cumplir su promesa. En 2011 logra su clasificación para los Juegos de Londres. Ahora sí va a tener su oportunidad.Y vaya si la aprovechó.

Aquel niño, ahora ya con 27 años, corrió tanto, tanto, que nadie pudo alcanzarle. Como se había propuesto ilusionado frente al televisor, acababa de ganar el oro en los 110 metros vallas, devolviendo la gloria a Estados Unidos en una prueba que siempre había sido suya. 16 años después, emulaba a su ídolo, Allen Johnson. Aquel niño era, es, Aries Merritt, campeón olímpico con un tiempo, curiosidades del destino, de 12 segundos y 92 centésimas.

EXTRAÍDO DE AQUÍ.