Se llama caracolero a la persona que merodea por tu lugar de veraneo y de la que sospechas basándote en la experiencia. De hecho te extraña que la persona que se acerca a tu propiedad sea en verdad un caracolero. Es esta una profesión que no permitirías en tus hijos. Sin embargo, en la sociedad hay caracoleros. Auténticos: verificables.
Pero ¿qué es una caracolero?
¿A qué se dedica y qué hace?
He aquí (a continuación) el final de esta anécdota…
El cazador de caracoles.
Descendiente directo del predador cavernario, el cazador de caracoles conserva en sus genes un instinto mortífero gravado a fuego en sus cromosomas que le arrastra irremisiblemente a buscar el riesgo, el subidón de adrenalina, el enfrentamiento con otras especies animales.
En los atardeceres húmedos, se le adivina entre sombras, olfateando su presa, con un caminar lento, rítmico, si apenas alzar los pies para no revelar su presencia, ni frenazos bruscos que puedan recalentar el caucho de sus botas katiuskas.
Dentro de la rancia estirpe de cazadores de caracoles destacan dos variedades: el mercantil y el familiar.
El mercantil, que caza para vender y el familiar, que tiene una suegra -normalmente de origen rural- que prepara una salsa que cuando la tomas es como si te inyectaras colesterol picante por vena.
En ambas variedades la eficacia es altísima, rara vez erran y se les escapa la presa. Consta, no obstante, el dato de una huida de caracoles de la redecilla de ayuno en Italia hace unos veinticinco años, sin que se pudiera recuperar todos los fugados….. Pero es una excepción.
En Hondarribia, cerca del cementerio, se ha observado un cazador de porte altivo -incluso masculino, que dirían algunos- que merodea su territorio de caza acompañado de un pastor alemán de mediana alzada sin que se sepa bien si lo utiliza para localizar rastros o como defensa en el caso de la presa se revuelva en un reflejo homicida e intente cambiar el orden natural de la escala evolutiva establecido por Aquel cuyo nombre no puede ser utilizado en vano.
Hay quien preguntará porqué el caracol y no la almeja.
Pues… muy sencillo, la almeja por muy laminibranquea que sea, carece de la movilidad y recursos del caracol. No vamos a comparar los fláccidos cuernos de la almeja con el desafiante par de pitones del gasterópodo.
¿Cómo vamos a comparar un laminibranqueo que se reproduce en cualquier mar u océano con un superviviente nato, capaz de soportar la rudeza del estío en Andosilla?
Mismamente, en los yacimientos prehistóricos aparecen toneladas de cáscaras de almejas, ostras, chirlas y lapas pero ¿alguien ha visto una cáscara de caracol?
Reconozcamos también que la caza de la lapa presenta también sus dificultades, pero el caracol es otra cosa… La lapa es mucho más lenta.
La almeja… pero que tiene que ver la almeja con todo esto ¿de qué estabamos hablando?