Una vez más una anécdota que explica la paradoja de que dando, recibimos…
Un capellán del regimiento estaba hablando a un soldado en un hospital.
-Usted ha perdido un brazo para una gran causa -le dijo el capellán por consolarle.
-«No -dijo el soldado con una sonrisa- no lo perdí, lo di».
De la misma manera Jesús no perdió su vida, la dio.
Él nos hace observar claramente que su propósito fue morir para que nosotros pudiéramos ser perdonados e ir con Él al cielo.
Murió por Nuestros Pecados