El sapo y el agua
Un abogado amigo mío, Renato Pacca, me envía un texto interesante: varios estudios biológicos demuestran que un sapo colocado en un recipiente con el agua de su propia laguna, se queda inmóvil mientras estamos calentando el líquido. El sapo no reacciona al gradual aumento de la temperatura (cambios de ambiente) y muere cuando el agua hierve, hinchado y feliz.
En ocasiones, somos sapos hervidos. No nos damos cuenta de los cambios. Nos parece que todo marcha muy bien, o que lo que no anda bien va a pasar, que es sólo cuestión de tiempo. Estamos a punto de morir, pero nos quedamos flotando, estables y apáticos, en el agua que no deja de calentarse minuto a minuto. Acabamos muriendo, hinchaditos
y felices, sin haber llegado a sentir los cambios que se producían a nuestro alrededor.
Hay sapos hervidos que aún creen que lo fundamental es la obediencia, y no la competencia: manda quien puede, y obedece quien tiene juicio.
En definitiva, ¿dónde está la vida de verdad? Es mejor salir medio chamuscados de una situación, pero vivos y listos para la acción.