Conocí a un buen cristiano en la oficina de nuestro regimiento, un hombre que era un decidido enemigo de los nazis, como muchos de nosotros. Nos arriesgamos a falsificar unos papeles con lo que cubríamos los libros, …
Conocí a un buen cristiano en la oficina de nuestro regimiento, un hombre que era un decidido enemigo de los nazis, como muchos de nosotros. Nos arriesgamos a falsificar unos papeles con lo que cubríamos los libros, metiéndolos en cajas y en embalajes que sellábamos con un TOP SECRET: SS MAIL. Diariamente salían de Francia hacia Alemania camiones cargados de mercancías, la mitad de las cuales eran libros cuidadosamente embalados. Los conductores conocían su destino y, a cambio de cierta cantidad de dinero, los vigilaban y entregaban en nuestro Monasterio de Gorheim-Sigmaringen al Dr. Heinrich Hofler, el líder del grupo católico alemán que se ocupaba de satisfacer las necesidades espirituales del ejército…
Nos llegaron noticias de que nuestros superiores religiosos habían logrado recibir el material y distribuirlo entre los cristianos espiritualmente hambrientos. Nos alegramos de ello y continuamos considerándolo como una aventura apasionante. Los nazis, que habían saqueado nuestros monasterios, que habían acabado con las vidas de incontables miles de inocentes, cuyos actos eran depravados y perversos, nunca se enteraron de nuestra campaña.