TODO QUEDA en la labor de formación en la enseñanza.
Chiscu, profe de un colegio, recibe una llamada… – Hola ¿ se acuerda de mí?
Sigue la preciosa anécdota de la vida misma…
– Sí, claro (cómo no se iba a acordar de aquel chico, que era un desalmado)
– Le llamo para pedirle perdón, con un retraso de 18 años…
– Dime, chico.
– ¿Se acuerda de que en 1984 alguien llenó de pintura roja su SEAT 127 amarillo? Pues ese fui yo con mis cuatro amigos. También pinchamos las ruedas de otro coche de otro profesor. Estábamos rebotados y todo lo que nos decían en el Cole nos sentaba fatal y pensamos que debíamos reaccionar contra ustedes. Tan pronto como acabamos la faena empezamos a sentir remordimientos… era un acto cobarde e innoble. Y acordamos pedirles perdón; luego lo fui retrasando… y le llamo hoy.
– No te preocupes: ha pasado tanto tiempo; queda todo olvidado.
– ¿Sabe? Estoy en un despacho y me va de cine. Tengo todo lo que necesito y profesionalmente estoy muy bien situado. Este verano tuve una conversión interior y después de decidirme le alegrará que le diga que ingreso en un seminario en Centroeuropa. Y quiero que me haga un favor: dígale a todos los profes que todo lo que ustedes nos decían, lo poco y lo mucho, lo pequeño y lo grande, ha estado y está en la memoria de los cinco: nos acordamos de todo lo que nos han dicho, aunque parecía que nos rebotaba, aunque no queríamos oír nada, todo aquello quedaba y formaba poso. Aquel día Chiscu amaneció en su colegio con una sonrisa. Y así entró en clase: era un hombre nuevo, a sus 60 años.