La «Curva de la alcoholemia» representa cómo varía la concentración de alcohol en sangre (medida en gramos por litro, g/l) después de consumir alcohol a lo largo del tiempo. Esta curva se divide en tres fases importantes:

  1. Fase ascendente: Al comenzar a beber, el alcohol empieza a ser absorbido por el cuerpo, lo que provoca un aumento en la concentración de alcohol en sangre. Esta fase ocurre durante las primeras horas tras la ingesta (generalmente entre 1 y 3 horas) y refleja la rapidez con la que el cuerpo absorbe el alcohol desde el estómago y el intestino hacia el torrente sanguíneo.
  2. Meseta: Luego de la fase ascendente, la concentración de alcohol en sangre se estabiliza durante un período conocido como meseta. Aquí, el nivel de alcohol alcanza su punto máximo y se mantiene estable por un tiempo (alrededor de 4 a 6 horas). En esta etapa, el alcohol en el cuerpo se distribuye de manera uniforme en los tejidos y fluidos corporales, mientras el hígado empieza a metabolizarlo a un ritmo más constante.
  3. Fase descendente: Después de la meseta, el nivel de alcohol en sangre comienza a disminuir a medida que el cuerpo lo metaboliza y lo elimina, principalmente a través del hígado. Esta fase puede durar varias horas (entre 7 y 18 horas después de la ingesta) dependiendo de factores como la cantidad de alcohol consumido, el metabolismo individual, y si la persona ha dejado de beber o sigue consumiendo alcohol. Al final de esta fase, la concentración de alcohol en sangre llega a niveles bajos o seguros (alrededor de 0,5 g/l o menos).