Frómista, un pequeño pueblo en la provincia de Palencia, es un destino que sorprende a quienes buscan una experiencia auténtica y tranquila en el corazón de Castilla y León. Este encantador lugar es conocido principalmente por su legado románico, siendo la Iglesia de San Martín de Tours su joya más preciada. Este templo, construido en el siglo XI, es uno de los mejores ejemplos del románico en España, con su simetría perfecta y elegancia sencilla que evocan la espiritualidad y la austeridad de una época pasada.

Al llegar a Frómista, uno se siente transportado a otra era. Las calles empedradas, las casas de piedra y el ambiente sereno invitan a pasear sin prisas, descubriendo rincones que cuentan historias de peregrinos, reyes y campesinos. No en vano, Frómista es una parada importante en el Camino de Santiago, y su hospitalidad es testimonio de siglos de tradición acogiendo a los viajeros.

Además de la Iglesia de San Martín, el Canal de Castilla es otra visita obligada. Este canal, una obra de ingeniería del siglo XVIII, ofrece la oportunidad de disfrutar de un tranquilo paseo en barca o de caminar por sus orillas, rodeado de naturaleza. Las esclusas, auténticas maravillas mecánicas, son testigos del pasado industrial y agrícola de la región.

La gastronomía de Frómista es otro de sus atractivos. Los platos típicos, como el lechazo asado o los embutidos, reflejan la riqueza culinaria de la tierra palentina. No puedes dejar de probar los vinos de la Ribera del Duero, que acompañan perfectamente cualquier comida.

Visitar Frómista es adentrarse en la esencia de Castilla, en una experiencia donde la historia, la arquitectura y la naturaleza se fusionan para ofrecer al viajero una escapada inolvidable. Aquí, lejos del bullicio, se encuentra la calma que tantos buscan y la autenticidad que tan pocas veces se encuentra.