En la evaluación académica, cuando los estudiantes no logran los resultados esperados, no es raro que los profesores recurran a procesos atributivos exculpatorios, atribuyendo el fracaso a causas externas a su enseñanza.
Estas justificaciones suelen ser interesadas y carecer de una base sólida. Algunas de las explicaciones más comunes incluyen:
- Pereza estudiantil: Se asume que si los estudiantes fracasan es porque no han dedicado suficiente tiempo al estudio. Esta visión ignora las complejidades detrás del rendimiento académico y se basa en la observación superficial de que los estudiantes que se esfuerzan logran buenos resultados.
- Capacidad limitada: Algunos docentes pueden pensar que el fracaso se debe a la insuficiente capacidad intelectual de los estudiantes para seguir el currículo propuesto, etiquetándolos de torpes.
- Preparación previa inadecuada: Se culpa a los niveles educativos anteriores por no preparar adecuadamente a los estudiantes, sugiriendo que el fracaso es consecuencia de la falta de una base sólida.
- Mal ambiente: Se considera que el entorno en el que se mueven los estudiantes, como pasar tiempo en la calle o en ambientes considerados nocivos, influye negativamente en su rendimiento académico.
- Excesiva exposición a la televisión: La distracción que supone ver televisión por largas horas se ve como un factor que aleja a los estudiantes del estudio y contribuye a su bajo rendimiento.
- Falta de apoyo familiar: Se argumenta que la ausencia de un entorno de estudio en casa, así como la falta de recursos y apoyo, son causantes del fracaso escolar.