Querida Mamá,
Hoy, mis palabras viajan más allá de las estrellas, buscando alcanzar el cielo donde sé que estás. Aunque ya no estás físicamente a mi lado, tu amor y tu presencia siguen iluminando mi vida en cada paso que doy.
En este mundo sin ti, mi corazón anhela tus abrazos cálidos y tus palabras reconfortantes. La ausencia de tu risa y tus consejos me recuerda lo invaluable que era tenerte a mi lado. Pero en lo profundo de mi ser, sé que tu amor sigue guiándome, siendo mi fuerza y mi inspiración.
Cada día, extraño tu presencia y anhelo compartir contigo las alegrías y los desafíos de la vida. Pero, mamá, tus enseñanzas siguen resonando fuertemente en mí, recordándome la valentía, la compasión y la perseverancia que me inculcaste.
Aunque no puedo sentir tu abrazo físico, sé que estás presente en cada momento importante de mi vida. En los logros, en las lágrimas y en los momentos de soledad, tu amor es mi refugio, mi consuelo y mi guía.
En el cielo, donde ahora resides, espero que puedas sentir mi amor fluyendo hacia ti, envuelto en cada recuerdo, cada sonrisa y cada lágrima que derramo extrañándote. A pesar de la distancia, nuestra conexión es eterna, porque el amor que nos une es más fuerte que cualquier distancia.
Gracias por ser mi guía, mi protectora y mi fuente inagotable de amor. Tu legado perdura en cada uno de nosotros, tus hijos. Siempre te llevaré en mi corazón, mamá, y cada paso que dé será en honor a la increíble mujer que fuiste y siempre serás para mí.
Con amor eterno.