Querida,
Hoy me enfrento a la tarea más difícil de mi vida, escribirte esta carta que nunca quisiera haber tenido que escribir. Tu partida, causada por las drogas, ha dejado un agujero inmenso en mi corazón. Esta pérdida ha sido la más dolorosa que he enfrentado, y quiero tomar un momento para expresar lo que siento y despedirme de ti de la manera más sincera.
Desde el momento en que supe que sería tu padre/madre, mi amor por ti fue inmenso y eterno. Cada día de tu vida, fui testigo de la persona increíble que eras, llena de alegría, inteligencia y una risa contagiosa. A pesar de las luchas que enfrentaste, siempre vi tu potencial y la luz en tu interior.
Las drogas te atraparon en un oscuro abismo que, a pesar de todos nuestros esfuerzos, no pudimos superar. Luché a tu lado, esperando que pudieras encontrar el camino hacia la recuperación, pero la adicción es una bestia cruel que a veces se lleva a las personas que más amamos.
A pesar de las sombras que oscurecieron tus últimos días, quiero recordarte como la hija maravillosa que fuiste. Tu risa, tus abrazos y los momentos felices que compartimos siempre estarán en mi corazón. Lamento profundamente que las drogas te hayan arrebatado la oportunidad de un futuro mejor.
Hoy, te digo adiós con un dolor profundo y la esperanza de que, desde algún lugar, encuentres la paz que tanto anhelabas. Descansa en paz, querida hija. Nunca dejaré de amarte y recordarte como el regalo precioso que fuiste en mi vida.
Con amor y eterno recuerdo.