Ampudia se ubica al sur de la provincia, en la parte occidental provincial a una distancia de 26 km de la capital si optamos acercarnos hasta la localidad por la carretera P-901. Es típico de Ampudia el Paloteo, antigua y vistosa danza tradicional que se remonta a tiempos ancestros. En este aspecto, en el mes de agosto organiza el Festival de Paloteo y Danza con el fin de preservar esta centenaria tradición. La villa mantiene durante el resto del año una intensa programación festiva y cultural, cabe destacar la Feria de San Miguel Arcángel que se celebra en el mes de septiembre, evento que desarrolla una intensa programación, cuando revive el ambiente y aspecto más medieval con una afluencia de visitantes multitudinaria.
Las calles y plazas porticadas de Ampudia evocan al visitante una transportación a los tiempos del medievo en los que la localidad ostentaba el merecido protagonismo de toda esta comarca de Tierra de Campos. Es una delicia pasear entre sus rincones y alzar la vista perdiendo nuestra mirada en busca de su cumbre más alta, la esbelta torre de la colegiata de San Miguel. Una ensoñación que sin duda hoy se significa en los innumerables puntos de interés que la noble villa de Ampudia ofrece al visitante. No en vano, su núcleo urbano ostenta la mención de Conjunto Histórico-Artístico y sus habitantes recibieron con orgullo el Premio Provincial de Turismo del año 2002 y, en 1991, un merecido premio de la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León por su buen hacer en este sentido. Aunque el aspecto actual de la villa ampudiana huela a los aires del medievo, hay constancia de restos arqueológicos que nos indican que la zona fue habitada ya en la Edad del Bronce. Su larga historia, con etapas de gran prosperidad, ha legado un extenso y valioso patrimonio digno de visitar.
Los nombres de las calles tienen relación con el trazado, los oficios y personajes que se dedicaron al bienestar de los ampudianos: Francisco Martín Gromaz, ingeniero naval; Doña Josefa Gromaz, maestra, Fray Marcelino Gutiérrez y Aristóbulo Llorente. Las dos calles principales, Corredera y Ontiveros, son porticadas, con columnas de piedra formando una estructura de soportales que se mantienen en pie desde el siglo XVII (conservando algunos buenos ejemplos del siglo XIII). Entre sus calles encontraremos un buen número de establecimientos hosteleros de carácter rural, donde reposar y reponer fuerzas con el buen yantar ofrecido por sus restauradores. En definitiva, una localidad donde el visitante encontrará todos los atractivos necesarios para pasar unas jornadas inolvidables en el corazón de la Tierra de Campos de Palencia.