Aguilar de Campoo, un pintoresco pueblo con una rica historia, ha sido habitado por cántabros, romanos y visigodos. Su importancia se extendió a lo largo de diversos períodos, notablemente durante el dominio árabe, dejando atrás nombres como Cordovilla y Zalima. En la Edad Media, emergió como un centro vital.
El rey Alfonso X, el Sabio, otorgó el estatus de Villa Realenga a Aguilar el 14 de mayo de 1255. Este acto marcó el inicio del Primer Fuero Real de Castilla, estableciendo el tono para desarrollos legales posteriores. El pueblo mantuvo este privilegio hasta 1332.
Aguilar se convirtió en el núcleo de la Meryndat de Aguylar de Canpo, una división administrativa de la Corona de Castilla, durante este período. La descripción de esta división está documentada en el Becerro de las Behetrías de Castilla, un registro que narra la transición de tierras feudales a propiedades hereditarias. La Meryndat fue amplia, abarcando 262 localidades, ahora distribuidas en las provincias de Palencia, Cantabria y Burgos.
La historia del pueblo está intrincadamente entrelazada con sus figuras notables. Pedro de Aguilar, hijo ilegítimo de Alfonso XI, ostentó el señorío en el siglo XIV, siendo sucedido por Tello de Castilla, quien se convirtió en el primer Conde de Vizcaya. La creación del Marquesado de Aguilar de Campoo en 1480 consolidó el legado del pueblo como uno de los marquesados más antiguos de España. Este título, que recibió la distinción de Grande de España en 1520, elevó el estatus de sus titulares.
Visitantes históricos notables dejaron su huella en Aguilar. El rey Carlos I y su hermana Leonor honraron el pueblo con su presencia en 1517, alojándose en el Palacio de los Marqueses. En 1522, Carlos V visitó nuevamente el lugar, y su encuentro con el sepulcro de Bernardo del Carpio, un legendario caballero, creó un capítulo memorable.
Aguilar también desempeñó un papel en la Era de la Exploración. La expedición de Magallanes, que partió en 1519, contó con Juan Martín, un nativo de Aguilar, entre sus supervivientes, resaltando la conexión del pueblo con viajes globales.
El Catastro del Marqués de la Ensenada del siglo XVIII ofrece perspectivas sobre la vida económica de Aguilar, centrada en la agricultura y la molienda. La resiliencia del pueblo fue puesta a prueba durante la invasión francesa a principios del siglo XIX, lo que llevó a la quema del Monasterio de Santa Clara.
Los límites administrativos de Aguilar de Campoo evolucionaron con el tiempo, reflejando cambios más amplios en las divisiones provinciales. Abrazó la transición del Antiguo Régimen a un municipio constitucional. En la historia más reciente, la construcción del embalse de Aguilar a mediados del siglo XX marcó un desarrollo moderno en el pueblo.
El atractivo de Aguilar reside no solo en sus capas históricas, sino también en su encanto escénico y su significado perdurable.