Dios nos llama a hacerle presente a Él en el mundo. Somos corredentores y transmisores del amor de Dios. Reflejar la vida de Cristo en nuestras vidas.
La idea de que Dios nos llama a hacerle presente en el mundo y a ser corredentores y transmisores de su amor, implica reconocer que tenemos la capacidad y la responsabilidad de reflejar la vida de Cristo en nuestras propias vidas y ser instrumentos de su amor y gracia en el mundo.
Esta idea nos invita a vivir de acuerdo con los principios y enseñanzas de nuestra fe, manifestando el amor de Dios a través de nuestras acciones, palabras y actitudes. Al hacerlo, podemos ser portadores de esperanza, consuelo y sanación para aquellos que nos rodean.
Reflejar la vida de Cristo implica buscar ser compasivos, amorosos, pacientes, generosos y justos en nuestras interacciones con los demás. Significa buscar la reconciliación y la paz, promover la justicia social y cuidar de aquellos que están en necesidad.