Cada año, el 28 de enero, la ciudad de Cuenca celebra a San Julián, su santo patrón. Durante esta celebración, los jóvenes invaden la hoz del río Júcar con sus mochilas llenas de bocadillos de tortilla, meriendas imposibles de terminar y bebidas, entre otros.
San Julián nació en Burgos en el año 1128 y se dice que en su bautizo unos ángeles descendieron del cielo y una voz dictó el nombre que iba a recibir: Julián. De joven estudió en Burgos y Palencia y luego fue ordenado sacerdote, predicando por toda España.
A la edad de 68 años, San Julián fue nombrado Obispo de Cuenca, desempeñando una importante función misionera que lo llevó a recorrer esta provincia y ayudar a los más pobres, miserables, impedidos y necesitados durante incansables años. Además, solía retirarse a una cueva en el Cerro de la Majestad, cerca de la capital, que él llamaba «el lugar de mi tranquilo día», y que hoy en día se conoce como la Cueva de San Julián el Tranquilo.
Tanto por razones religiosas como turísticas, cientos de visitantes llegan a la ermita e iglesia consagradas al santo para conocer, tomar fotografías o simplemente rezar. El paseo por la zona es un verdadero placer, ya que durante el recorrido (que parte desde el casco urbano y abarca unos 6 kilómetros a pie hasta llegar a la ermita), es posible disfrutar de la vista de la zona antigua de Cuenca y de la naturaleza que rodea al río Júcar.
En un momento del recorrido, un cartel anuncia la cercanía de la famosa ermita de San Julián el Tranquilo. Cuenta la historia que el sacerdote solía retirarse a rezar a una gruta en el Cerro de la Majestad, donde había un pequeño hilo de agua que fluía desde la cueva. Allí, San Julián sumergía varas de mimbre para hacer cestas que luego regalaba a los pobres.
Fotos de la ruta a la ermita de San Julián el tranquilo (en la ruta hay un vía crucis)
16002 Cuenca
Fotos ermita de San Julián el tranquilo
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CM-2105, 2, 16002 Cuenca
Fotos desde el mirador de San Julián
16002 Cuenca