Adeamus cum fiducia ad thronum gloriae, ut misericordiam consequamur. Que lo tengáis muy en cuenta en estos momentos y también después. Yo diría que es un querer de Dios: que metamos nuestra vida interior personal dentro de esas palabras que os acabo de decir.
A veces las escucharéis sin ruido ninguno, en la intimidad de vuestra alma, cuando menos lo esperéis.
Adeamus cum fiducia: id -repito- con confianza al Corazón Dulcísimo de María, que es Madre nuestra y Madre de Jesús. Y con Ella, que es Medianera de todas la gracias, al Corazón Sacratísimo y Misericordioso de Jesucristo. Con confianza también, y ofreciéndole reparación por tantas ofensas.
Que nunca os falte una palabra de cariño: cuando trabajáis, cuando rezáis, cuando descansáis, y también con ocasión de las actividades que parecen menos importantes: cuando os divertís, cuando contáis una anécdota, cuando hacéis un rato de deporte…: con toda vuestra vida, en una palabra. Poned un fundamento sobrenatural en todo, y un trato de intimidad con Dios.
San Josemaría