Antonio Gramsci
Fundador del partido comunista italiano, se convirtió antes de morir.
También aquél que aconsejó al ejército formado por regulares y milicianos en 1936 al 39 (ejército Republicano o Rojo) que disparasen a la barriga que así tardarían más en morir, Manuel Azaña, también tornó a la fe en el lecho de muerte.
Al presentar el primer catálogo internacional de estampas, el Prefecto Emérito de la Penitenciaría Apostólica, Mons. Luigi De Magistris, dio a conocer que el fundador del partido comunista italiano, Antonio Gramsci, el autor de uno de los más completos y sofisticados métodos de hegemonía ideológica –utilizado aún hoy por los principales enemigos de la Iglesia – retornó a la fe católica de su infancia y recibió los últimos sacramentos antes de morir, en abril de 1937.
Gramsci desarrolló una versión más sofisticada de marxismo, que dio lugar al llamado «Eurocomunismo«. La Iglesia Católica y la familia cristiana eran los enemigos principales para lograr el control de las mentes y la cultura, algo que consideraba indispensable para que la toma del poder político no fracasara con el paso del tiempo.
Conversión de Azaña
Una niña ofreció su enfermedad por la conversión de Manuel Azaña
Mª Carmen González Valerio tenía sólo 6 años cuando perdió a su padre, asesinado en la Guerra Civil. Desde entonces, empezó a rezar por la conversión de los asesinos de su padre y entregó su vida a Dios. Murió a los 9 años y ofreció sus dolores por la conversión de Manuel Azaña. Entre todas las tramas y decisiones políticas de la Segunda República nació una niña que rezaría por el presidente Manuel Azaña, que años después, según el obispo de la diócesis que le atendió, llegaría a convertirse, ya en su lecho de muerte. Mientras en la calle se vivía una una de las etapas más trágicas de la historia de nuestro país, en la que se quemaron multitud de conventos e iglesias y se extendió la persecución de los cristianos, en 1930, en una casa humilde de Madrid, nacía María del Carmen González Valerio, la segunda de cinco hermanos. Hoy, esta niña de nueve años es Venerable por decisión de Juan Pablo II y se encuentra en proceso de beatificación a causa de sus virtudes heroicas.
Azaña durante la guerra civil (VII-36 a V-39). Por primera vez en Europa occidental Azaña incorpora al Gobierno dos comunistas (J. Hernández y V. Uribe) y los sovietófilos F. Largo Caballero como Presidente, y J. Alvarez del Vayo. En diez mil cajas se traslada el oro del Banco de España a Rusia, aunque Azaña dice que no se enteró. Huye a Barcelona y escribe: «Cataluña está en plena disolución» (20-V-37). Nombra presidente del Gobierno a J. Negrín en quien pone grandes esperanzas, pero pronto las pierde. Escribe que protesta contra 45 condena a muerte cuyas sentencias firma, y se lamenta: «desde noviembre de 1936 soy un presidente desposeído» (15-IV-38). Finalmente, reconoce: «ha desaparecido el Ejército» (l5-I-39); pero la inútil resistencia roja prosigue seis semanas más.
En el último capítulo el autor estudia la conversión de Azaña al catolicismo en su lecho de muerte, y entiende que los documentos disponibles son probatorios de esta reacción postrera del antes perseguidor de la Iglesia. Es la misma conclusión a la que llegó en «Razón Española».