Después de llegar al aeropuerto internacional de Malé, nos dirigimos hacia nuestro resort en una pequeña isla privada en el Atolón de Ari. Allí, nos alojamos en una villa con piscina privada, rodeada de hermosos jardines tropicales y con vista al mar turquesa.
Cada día, disfrutamos de actividades acuáticas, como snorkel y buceo, para ver una gran cantidad de vida marina, incluyendo tortugas marinas, peces tropicales y arrecifes de coral. También hicimos excursiones a otras islas y atolones cercanos, donde pudimos ver ballenas y delfines en su hábitat natural.
Por la tarde, nos relajábamos en la playa, tomando un baño en el sol y disfrutando de masajes al aire libre. También disfrutamos de cenas en la playa, bajo las estrellas, con una selección de platos frescos y deliciosos.
Además de las actividades acuáticas y de relajación, también tuvimos la oportunidad de conocer la cultura local y visitar algunos pueblos tradicionales en la isla principal de Malé. Allí, aprendimos sobre la historia y la religión de las Maldivas, y también visitamos el mercado local y los puertos de pesca para ver cómo viven los habitantes locales.
En resumen, nuestro viaje a las Maldivas fue una experiencia inolvidable, llena de belleza natural, relajación y cultura. Sin duda, volveríamos a visitar este paraíso en el futuro.